Somos muchos los que queremos cambiar este mundo, somos un poco inconformistas pues no queremos deambular sin sentido, sin dar razones de esperanza.

Pero muchas veces soy como esa gran multitud que acoge la novedad, esas palabras de justicia, solidaridad, quiere «cargar pilas» y empezar de nuevo.. pero cuando viene una dificultad entra el desánimo, la pereza.. y todo queda en unas bonitas palabras y en algunas buenas intenciones.

¿Cómo contagiar la alegría, la esperanza, la confianza, la paz a los que me rodean?

En estos días, miles de jóvenes quieren encontrarse con esa Palabra de novedad. Dios quiere acercarse, hacerse el encontradizo, llamar a la puerta sin imposiciones, sólo quiere tocar el corazón, abrir los brazos, acoger, curar y devolver sentido al hombre.

Ojála se de esos frutos y se empape la tierra de esperanza.