Primero, vaya. Ahora que parecía… No sirve de nada lamentarse, la realidad se lleva por delante planes, proyectos… Y no es a mí únicamente a quien le ocurre. La verdad es que para mí como Trabajador Social, esto ya me suena.
Sí algo aprendí es que aquello de esperar a que me dieran financiación para los proyectos en los que nos embarcamos debía de pasar a la historia, porque te quitaba libertad de acción y se podría acabar de repente. Quedarte de un día para otro sin poder hacer nada.
Y llegó la crisis del Coronavirus para seguir recordándonos a los Trabajadores Sociales, que sí es cierto que tenemos que tener y luchar por unos Servicios sociales fuertes y públicos. No me cabe duda.
Tras la anterior crisis, estar varios años. Sí, años. Buscandome la vida. Haciendo de todo, intentando montar un negocio, cuidando a una persona mayor, tocando puertas… Hablando con conocidos, formándome en mil y un cursos, talleres para mejorar la empleabilidad, ser emprendedor… Pues me salió una oportunidad para ir a trabajar a otro país.
Todo esto me ayudó. A conocerme . A saber apreciar lo bueno, que hay en mí y lo extraordinario de la gente que realmente me aprecia.
Qué el esfuerzo no cae en saco roto y se acumula, aunque no hay que perder la esperanza. Qué a veces un trabajo que aparentemente no te aporta nada te relanza hacia otros caminos.
Supongo que el camino de cada uno es único y de poco sirve dar indicaciones a otros. Pero te puede dar alguna noción sobre hacia donde dirigirse.
Ahora, no se en poco tiempo que pasará en el ámbito laboral, aunque con lo poco o mucho vivido se que iré encontrando el camino.
La vida sigue y merece ser vivida.